La luna llena ilumina un sombrío y monstruoso rostro.

La luna llena ilumina un sombrío y monstruoso rostro.

La luna llena ilumina un sombrío y monstruoso rostro y poco a poco descubre parcialmente un cuerpo deforme, esperando, oculto entre las ásperas malezas del solitario portón de montes y enredaderas de una gran casa, junto a una cadena de pequeñas montañas que rodeaban y que daba una singular apariencia tétrica al pequeño y alejado pueblo.

Expectante, a la espera de una desafortunada alma solitaria, alguien tan sólo como la luna misma, con el mismo brillo el cual se le será arrebatado por completo por este fenómeno o capricho de la naturaleza.

Ésta cosa, éste ser aguarda con una mirada vacía, su boca de filosos entreabierta como tratando de recuperar aire, como si le fuese difícil respirar de manera normal.

Con una agitación inusual y que sólo se ve en un animal salvaje a punto de cazar a su presa, o cuando hay un odio incontrolable en lo profundo del corazón de un hombre por la razón que sea y por la cual esta listo para matar, o quizás es como la mezcla entre ambos, el hambre animal y el odio humano.

Una combinación fatal y monstruosa.

Su mirada vacía con sus ojos pequeños y rojos como los pétalos de las rosas que perfuman el paisaje entristecido por la oscuridad, rojos como la sangre que planea derramar, ésta noche, en este lugar solitario, en donde nadie se va a dar cuenta de nada y a donde a nadie les importa.

Su cuerpo encorvado acompañado de un bello ligero en su espalda, negros y blancos como las nubes que tapan en partes el brillo total de la luna. Sus brazos largos y fuertes como las ramas que sobresalen del árbol más grande.

Tan largos que son desproporcionados para el tamaño de su horrible cuerpo, a tal punto que casi llegan al piso finalizando en unos delgados dedos cada uno con enormes garras con las de un oso pardo.

Sus piernas no muy largas pero si robustas se conservan estáticas, manteniendo el peso y guardando energías para cuando sea necesario correr o saltar sobre su desdichada presa.

Gira su cabeza deforme lentamente tratando de ver a su próxima victima.

Muchas historias se contaban entre los miedosos habitantes sobre los distintos peligros que acechaban la noche, muchos solo lo veían como historias, como leyendas, como mitos pero solo los testigos de feroces ataques a los animales domésticos o al ganado podían desmentir esas historias macabras.

Algunos hombres, los más ancianos del pueblo sabían de la posible existencia de una criatura que deambulaba en la oscuridad, a veces se podían escuchar sus rugidos provenientes de las cumbres de las montañas pero solo en épocas de finales del otoño, después simplemente desaparecía.

Otros pensaban que se trataba de un ser creado en antiguos aquelarres en las entrañas de las montañas por las brujas más malvadas que alguna vez existieron en esos territorios, o que nació en el antiguo centro de tratamiento para enfermos mentales donde hoy funciona la escuela del pueblo.

Son variadas las teorías del origen de la criatura pero solo una cosa era seguro, que existía.

Por el miedo y por querer evitar alguna desgracia en el pueblo, todos en reunión vieron conveniente mantenerse a salvo dentro de sus casas a partir de la puesta del sol durante finales del otoño y principios del invierno.

Sólo los jóvenes incautos salían a recorrer los caminos en busca de alguna huella o señal de la criatura ya que no creian mucho en las historias de los ancianos del pueblo.

Pero esta noche es diferente, en ésta noche las presas no van a ser simples gatos o perros que curiosos por el aroma fétido del ambiente por la presencia de algo desconocido, se asomaban a la oscuridad y a donde contemplaban de manera tardía el final de su existencia, ni tampoco ningún animal del ganado que ciegos en la oscuridad perecían por las fauces de una criatura sedienta de sangre.

Ésta noche quiere probar sabores diferentes, sensaciones diferentes, aromas distintos, esta noche quiere carne humana