Una sola sombra fantasmal pero encantadora fue capaz de doblegar a un adulto como yo.
El pasillo de mi casa y su corredor fueron testigos de lo que mis ojos vieron.
Su figura era muy curvilínea, de caderas grandes y una altura mayor a la mía.
Dejó un perfume muy particular cuando me pasó por delante deteniéndose en el espejo. Sonrió y sacudió las manos mientras se arreglaba el pelo.
Movió las caderas y salió de mi vista.
Enseguida sentí náuseas, tras una arcada comencé a escupir sangre sin razón alguna.
Todo aquel perfume que primero me hipnotizo ahora estaba enfermándome y sacando mis entrañas de lugar.
Una sola sombra fantasmal pero encantadora fue capaz de doblegar a un adulto como yo.
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