Cuatro torres. ~ Mundo Espiritual Y Salud

miércoles, 10 de febrero de 2021

Cuatro torres.

Cuatro torres.

Cuatro torres


Llegado el día de mí cuarta prueba me asesoró una mujer vía telefónica, debía ir al cementerio de mi localidad a eso de la una de la mañana y escoger cuatro tumbas, que no fueran de niños.

Ninguna de las cuatro, trazar un punto medio para sentarme, poder orar e invocar, sobre cada tumba una candela, sin encender, me dictó dos invocaciones una para entrar en contacto y la otra para protección.

Desde mi encuentro tan particular con Adrián no sabía nada de él, por lo general se perdía de vez en cuando pero siempre cuando estaba próxima una prueba aparecía para darme instrucciones, esta vez no. 

Debía llevar ropa obscura, con antelación se me indicó tres días previos de ayuno, en todo sentido, cero contacto con mis seres queridos, no televisión, nada de música, tampoco ver al espejo.

Debía llevar una libreta, mi daga, cenizas del conejo y la gallina, un conejo vivo, recipiente metálico, cabello de algún desconocido (que robe del basurero de una peluquería) algo para encender el fuego.

Al llegar la hora brinque una de las barandas del panteón, en cuestión de segundos los tres perros que vigilaban el lugar me rodearon exponiendo sus enormes colmillos.

Tres rottweiler, enormes, que se acercaban para destrozarme, se me indicó que ante tal situación les arrojará un poco de las cenizas, así lo hice, se sentaron a mi lado como si fueran mis fieles mascotas.

Camine hacia adentro, acompañado por los perros, alumbrando con mi celular, calculé que llegue al centro ,verifique las edades de los difuntos, y al corroborar que no se trataba de niños.

Coloque mis candelas, debía orinar en el recipiente, hacer una pasta con las cenizas, los cabellos, untar mi rostro, mi vientre y mis manos, el conejo, la daga y la libreta serían utilizados después.

Inicie mi invocación. -Ven a mí guerrero del Averno, poderoso siervo del príncipe de los cielos, se mi aliado, obedece a mis deseos, cuida mi hilo de plata, que no se rompa, por la orden del príncipe que guarda la torre del este harás lo que te digo. 

Escuché alguien viniendo hacía mí, se acercó lentamente, un nudo en mi garganta seso las invocaciones, un frío y eléctrico rayo partía en dos mi espalda.

Era el guarda del cementerio, alumbró mi rostro con su vieja linterna, diciendo que me levantará, en un instante los perros se abalanzaron contra él, sus gritos eran horribles.

Finalizaron en el momento que uno de los perros lo mordió por el cuello hasta ahogarlo con su propia sangre, mientras otro lo mordía en un brazo y el tercero en el abdomen, exponiendo sus viseras.

Empecé nuevamente a repetir mi invocación, y de las sombras emergió una figura enorme, de más de dos metros, desnudo, vellos gruesos como de cerdo cubrían sus piernas, en su espalda y pecho grandes y gruesas escamas, ojos y lengua de serpiente enormes garras de un oscuro negro muerte y en medio de sus piernas genitales masculinos enormes. 

Tomó al desafortunado cadáver del centinela y en un instante lo devoró.

En ese momento tenía que hacer la oración de protección, el enorme demonio se dirigió en mi dirección, debía desangrar al conejo con mi daga, formar un círculo con su sangre, y orar, a como pude llame a los perros que trataban inútilmente de defenderme, logré calmarlos y que se echaran a mi lado.

-Estoy cubierto por el circulo de la muerte, el príncipe de la torre del este, está sobre mí, cerré mis ojos mientras el demonio lentamente se acercaba, los perros no dejaban de ladrar. 

Su horrible lengua olía mi miedo, me vio y dijo ARION, mi nombre es ARION, con la daga hice un pequeño corte y con mi sangre anote su nombre en la libreta, ya no podía hacernos daño.

Me pidió permiso para poseer uno de los perros, asentí, lo hizo, entro en uno de los perros y luego de un poco de aullidos y quejidos el can quedó como si nada.

Eran las tres de la mañana, queme todo, las candelas, conejo, la hoja de la libreta con el nombre, sin que me lo hubieran indicado lo ofrecí en agradecimiento al príncipe de la torre del este. El perro poseído desapareció y los otros dos me siguieron a la casa. 

Había pasado la prueba.





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